Amor correspondido

Por primera vez en Argentina se editó “Un beso de Dick”, de Fernando Molano Vargas (Bogotá 1961-1998). Ganadora del concurso literario de la Cámara de Comercio de Medellín en 1992, esta novela nos invita a reflexionar acerca del éxtasis del amor y de la posibilidad de ser felices a pesar de la crueldad que muchas veces nos rodea.

Por Lucía Gerván

Escrita en la década del 90, en pleno auge del SIDA y en una Colombia sacudida por la guerrilla y el narcotráfico, “Un beso de Dick” sin dudas revolucionó y modificó para siempre el campo literario. Con un lenguaje fresco e inocente, aunque por momentos erótico y picaresco, esta historia nos viene a mostrar que el amor no es algo exclusivo de unos y que todos tenemos derecho a enamorarnos sin ser juzgados por ello. De la mano de Felipe, la homosexualidad y su visibilización llegaron para quedarse (¡y a mucha honra!)

Felipe es un adolescente de 16 años, común y corriente, que juega al fútbol y sueña con filmar una película. A través de un extenso monólogo nos introduce en su mundo y en su cotidianidad. Conocemos a su familia, a sus amigos, sus lugares predilectos y, al mismo tiempo, nos hace partícipe de sus reflexiones y su visión de la vida. También conocemos a Leonardo, su compañero de escuela, una persona muy especial en la cual centra su narración. Especial porque se enamora de él y es junto a él con quien descubre el amor, la sexualidad y también el rechazo por enamorarse de quien no debía.

Fernando Molano dota a Felipe de una voz auténtica y honesta. Con un lenguaje adolescente, lleno de ternura y pasión, nos cuenta cómo es que se llena de ese amor que siente hacia Leonardo. Incluso las escenas subidas de tono están cargadas de esa ternura característica que hacen de ellas algo erótico y puro al mismo tiempo. Un erotismo ingenuo. Gran parte de la magia de Fernando, a la hora de escribir, radica en la sencillez y la transparencia de sus personajes que hacen que nos sea casi imposible no identificarnos con ellos. La manera en que Felipe describe lo que siente es de una realidad tal que automáticamente nos convierte en protagonistas. Todos hemos sido Felipe en algún momento de nuestras vidas, en donde experimentamos el despertar sexual, la incomprensión, el rechazo, el deseo y el éxtasis de un amor adolescente.

La historia de amor de Felipe y Leonardo es de un amor correspondido. El drama adolescente de nuestro protagonista no se centra en el desamor sino en la incomprensión de una sociedad que condena el amor entre dos hombres. El sabe que no está haciendo nada malo y que el problema es de los demás, sin embargo, a lo largo de todo el relato vemos como en su cabeza se desata de forma constante esa contradicción entre lo que siente y lo que debería sentir. “Yo me he puesto a pensar, porque…¡Pues cómo es posible que uno se enamore así de un muchacho!…O sea: uno sabe que eso no debe ser así. Pero…¿Cómo hace uno para sacarse el amor del cuerpo si uno está todo enamorado?”. Como si el amor diera aviso y uno pudiera elegir de quién enamorarse. Cómo si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Cortázar tenía razón.

Pero a pesar del dolor y la angustia que le genera ese rechazo, Felipe decide vivir su amor con Leonardo. Enfrenta su miedo a ser considerado “marica” y, de alguna manera, acepta el hecho de vivir una vida que siempre será juzgada. Creo que la enseñanza más linda que nos deja esta historia es que, si bien hay momentos en que la vida puede llegar a ser muy difícil, todos tenemos derecho a vivir plenamente el amor de la manera que queramos. La felicidad deja de ser una utopía para convertirse en algo real. Y correcto.

Fernando Molano fué un adelantado para su época. Escribir sobre un romance homosexual nunca fue tarea facil, y en la Colombia del 90 mucho menos. Haciendo frente a los cánones morales del momento, escribe “Un beso de Dick” como grito de guerra. Esta obra no solo busca romper con la idiosincrasia colombiana al exponer que otro tipo de amor es posible, sino que también funciona como una autobiografía. Fernando, al igual que Felipe, era hijo de un mecánico y también sufrió la no aceptación de su homosexualidad por parte de su familia. La necesidad que tenía Felipe de dar testimonio de que lo que sentía estaba bien y que no debía ser juzgado por ello fue la misma necesidad que llevó a Fernando a escribir esta historia. Para ese entonces, Fernando ya había sido diagnosticado con el virus del HIV y sabía que no le quedaba mucho tiempo. Su pareja, Diego Molina, había fallecido un tiempo antes como consecuencia de la misma enfermedad. La obsesión de Fernando con la muerte atraviesa toda la obra, desde el momento en que se la dedica a Diego y lo trae constantemente a colación a través de Hugo “…el final donde la muerte llega a cualquier hora, sin importarle que uno haya vivido su vida: como es la muerte de los niños, como la que mató a Hugo. O como la que podría llegarme un día de estos a mí y dejarme muerto: sólo para que mi cuerpo se pudra, y Leonardo ya no pueda besarme…”

“Un beso de Dick” es sin dudas una obra maestra de la literatura colombiana. Una muestra de amor descarnado e intenso, que por momentos nos alegra y por momentos nos entristece, pero que siempre nos invita a continuar con lo que creemos correcto. Para muchos, un refugio en donde pueden sentirse comprendidos y amados y, para todos, la confirmación de que la existencia del amor, a pesar de las adversidades, es algo verdaderamente mágico.

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